Calímaco, el catálogo Pinakes y la Biblioteca de Alejandría


Calímaco: El poeta y filólogo
 detrás del bibliotecólogo.

por: Moisés Marín Bonilla

Ciudad de Cirene, entre el año 310 a. de C. y el 235 a. de C. Un eminente bibliotecólogo existirá para crear y desarrollar el increíble catálogo denominado Pinakes. Sin duda alguna, se trata de Calímaco de Cirene, ciudad helenística ubicada en Africa Septentrional, en lo que hoy conocemos como Libia. 
En realidad, el formato de dicho catálogo seguía una tipología similar a los soportes de las tablillas de arcilla sumerias, o bien de barro egipcias. Esto debido a que el Pinakes era un catálogo conformado por tablas en las que se enlistaban nombres de personas eminentes y de sus libros, contando entonces dicho catálogo con un total de más de 120 libros en rollos de listados de índices.
Para comprender la composición del Pinakes a mayor profundidad aún, se conocen antecedentes de cómo los sumerios y los egipcios ya empleaban listados bibliográficos, aunque sin ningún orden alfabético. El orden alfabético en la elaboración de listados bibliográficos resulta introducida por el mismo Calímaco, quien al inventar el Pinakes dio un salto significativo en la labor de la creación de listados bibliográficos, esto debido a que con el Pinakes se introducen por primera vez los criterios de ordenamiento alfabético en la elaboración de catálogos y listados bibliográficos.  
Algo sumamente curioso y de importancia relevante es sin duda alguna su habilidad como filólogo al llegar a poner por obra sus conocimientos filológicos en la aplicación del orden alfabético a la elaboración del catálogo Pinakes y el posterior orden alfabético consecuentemente seguido y aplicado a los demás catálogos posteriores, es el caso del "esquema para grandes estanterías" de Eratóstenes de Cirene, quien sucediera a Apolonio de Rodas en el 235 a. de C.; el índice Al-Fihrist del árabe Ibn al-Nadim que data del siglo X d. de C.; y los sistemas de clasificación de la segunda mitad del siglo XIX.   
Su gran erudición y habilidad filológica se transmitieron a lo largo de los siglos en relación con la ordenación alfabética de los catálogos y de los sistemas de clasificación; todo tuvo sus orígenes en su profesionalismo como poeta y filólogo, debido a que al aplicar estas destrezas literarias a la elaboración del Pinakes y a la posterior elaboración de otros catálogos, se hizo sentir presente su evidente profesionalismo literario y filológico en esa herencia filológico-alfabética que acompañaría la catalogación y la clasificación hasta nuestros días siendo gestada por los sistemas Decimal de Dewey, Universal de Otlet-LaFontaine, entre otros.
Es por eso que, sin desvirtuar la profesión bibliotecológica cuando más bien se trata de enriquecerla interdisciplinariamente, gracias a la básica y fundamental formación literaria-filológica de Calímaco la ordenación alfabética fue posible y aplicable a los catálogos posteriores al Pinakes y demás listas bibliográficas.
De esta manera vemos cómo la literatura y la filología contribuyen al enriquecimiento del bagaje de la disciplina bibliotecológica. 
No solamente en relación con la invención del Pinakes tuvo influencia la formación y contribución literaria y filológica de Calímaco de Cirene, también en relación con el auge de la Biblioteca de Alejandría tuvo un impacto fuerte Calímaco como poeta y erudito. Esto se toma como evidencia si analizamos el ejemplo ofrecido por el mismo Calímaco de Cirene hacia su entorno y hacia su contexto. Su erudición y espíritu intelectual no tardarían en constituirse en los detonantes que despertarían el deseo de ser parte de la Biblioteca de Alejandría de numerosos personajes de la intelectualidad helenística de aquel entonces. muy familiares resultan los nombres de Euclides (330-260 a. de C.) destcado matemático famoso por la invención de la geometría que lleva su nombre: Geometría Euclídea; el geómetra Apolonio de Pérgamo (262-190 a. de C.) famoso por la introducción de los sistemas de movimiento excéntrico y epicíclico, con el fin de poder explicar el movimiento planetario; la matemática y astrónoma Hypatia (370-415 d. de C.) a quien se atribuyen un instrumento para destilar agua, un higroscopio, y el desarrollo de un astrolabio y de un planisferio.
En relación con la Biblioteca de Alejandría, Aman, M. (2001, pp. 33) se refiere al universo de la medicina como un desarrollo en el que Hipócrates proclamó la secuencia natural de la enfermedad, esbozando toda una posibilidad de combatirla; en fisiología Herófilo estableció que el cerebro era el asiento de la inteligencia y no el corazón; en astronomía Eratóstenes e Hiparco, famosos ambos por la estimación del brillo de las estrellas y el mapa de las constelaciones; Claudio Ptolomeo, astrónomo y geógrafo también repercutió de manera influyente en el auge de la Biblioteca de Alejandría. Sus técnicas cartográficas y sus compilaciones para el desarrollo de la posterior astrología se convertirían en temas que ocuparían gran parte de las estanterías de la Biblioteca de Alejandría. La gramática y el lenguaje tienen su efigie en Dionisio de Tracia, quien definió las partes del habla. A Dionisio de Tracia se le puede considerar el Euclides del lenguaje; determinante fue la presencia de Herón de Alejandría (I d. de C.) y sus libros sobre mecánica y su famoso Autómata, considerado el primer libro sobre robots, el motor de vapor, los trenes de cambios y el dioptra, este último un instrumento topográfico; Aristófano de Bizancio, inventor de los signos críticos y de puntuación se convertiría en pilar fundamental para el desarrollo de la ortografía y Aristarco de Samotracia, destacado por su gramática; Teócrito figuró como el principal abanderado de la corriente de la poesía romántica, llegando a tener esta influencia en numerosos poetas romanos; Filón destacó en filosofía; y el geólogo Estrabón invirtió cerca de cinco años estudiando y leyendo en dicha biblioteca, con el objetivo de llegar a escribir la mejor descripción del mundo antiguo. 
Estas y otras figuras llenarían las estanterías y las colecciones de la Biblioteca de Alejandría.
Ante la diversidad de áreas del conocimiento y del saber, no cabe duda que Calímaco de Cirene también desempeñó su labor clasificatoria en agrupar bajo las diferentes disciplinas científicas a diversas ramas de las mismas, como ejemplos tenemos los citados por Aman (2001, pp. 1): "No se pueden ignorar ciencias clasificatorias como la petrología y la mineralogía, que surgieron en Egipto y Babilonia vinculadas a las actividades prácticas de la minería y la metalurgia". Esto último pudo haberse constituido como una de las fortalezas o fundamentos de Calímaco a la hora de clasificar.         
Calímaco de Cirene, un maestro del orden
Bibliotecólogo, poeta, filólogo, pero más aún un amo y señor del orden. Esto precisamente por sus cualidades de aplicar lo que en griego se denomina "cosmos" a toda clase de labores atinentes a su desempeño intelectual. Mediante el ordenamiento Calímaco de Cirene ideó y elaboró su obra de Los Cuadros o Tablas, todo un prominente catálogo de lo mejor de la literatura griega. Mediante el orden llegó a escribir de manera estilizada y ordenada poemas y obras como: La Cabellera de Berenice, el Himno a Apolo, los Yambos para Apolo y las Musas, Hécale, los Epigramas, los Aitia, los Orígenes, entre otros escritos.
Entre sus expresiones célebres se puede citar: "Me repugna todo lo popular porque es impreciso y erróneo".
La anterior expresión alude a la imprecisión y a lo erróneo como manifestaciones sin orden y esporádicas que no siguen la senda del cosmos. 
Del orden como fundamento se desprenden sus aplicaciones para el desempeño de toda labor bibliotecológica, una biblioteca o unidad de información sin orden no es ni biblioteca ni unidad de información, es solo un simple acervo víctima del caos y del desbarajuste.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Aman, M. (2001). El legado de Alejandro Magno: La Biblioteca de Alejandría. La Tadeo, (65), 30-37.


Biografías y Vidas. (2004-2018). Calímaco de Cirene. Biografías y Vidas, 1-3. 
         
                   
Universidad Autónoma del Estado de México. (enero-junio, 2002). La Biblioteca de Alejandría ayer  







y hoy. Contribuciones desde Coatepec, (2), 123-127.

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